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«Moros y cristianos» bien mezclados
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(Víspera del Día del Trabajador de la Industria Alimentaria)
En la mesa de los pueblos del Caribe se sirve sin falta una apetitosa combinación de arroz con frijoles. En Venezuela se le llama «arroz con caraotas»; en Puerto Rico, «arroz con habichuelas»; y en Santo Domingo y La Habana, «moros y cristianos». En Centroamérica, tal vez reconociendo que un alto porcentaje de parejas que se casan son «moros y cristianos» en el sentido de que son polos opuestos que se atraen y se complementan, esa apetitosa mezcla se conoce —simple, sintética y cómicamente— como «casamiento» o «matrimonio», mientras que en la región oriental de Cuba donde yo nací se le dice «congrí».1
Por eso hace más de un siglo Fernando Ortiz, en su Glosario de afronegrismos, incluyó el congrí y dejó en claro que así, «en la región oriental, se llama al plato que más comúnmente decimos en toda Cuba moros y cristianos, o sea, frijoles negros guisados y revueltos con arroz blanco. Lo negro de aquéllos y lo blanco de éste motivaron esta graciosa locución», explicó el etnólogo y lingüista cubano.2
Más de treinta años después, el lexicógrafo cubano Esteban Rodríguez Herrera, en su Léxico mayor de Cuba, definió congrí como «localismo usado en la provincia oriental, con que llaman al arroz aderezado con frijoles colorados», y luego se refirió, a su vez, al folklorista oriental Ramón Martínez, diciendo que él «afirma que el congrí se compone de arroz con frijoles, manteca y pedacitos de tocino hechos chicharroncitos... [y] agrega que hoy se hace con frijoles caballeros, con frijoles preciosos [y] con garbanzos.»3
Ahora bien, no debiera extrañarnos que el arroz se mezclara con una variedad de legumbres, ya que si nos remontamos al año 1760, Nicolás Joseph de Ribera, en su Descripción de la isla de Cuba, declara que «su tierra es [sumamente fértil]: lleva bien trigo, arroz, millo, maíz, garbanzos, chícharos, gandules, caballeros, congos [y] judías, con otras mil especies de frijoles.»4
Ante todo esto, siento que debo confesar sinceramente lo mucho que me apetece ese congrí de Oriente que, desde mi infancia, he tenido «el gusto de degustar» —¡valga la redundancia!—, reconociendo también que soy consciente de que hay un sinnúmero de adictos como yo, bien mezclados como arroz y frijoles tanto en el Oriente como en el Occidente no sólo de Iberoamérica sino del mundo entero. Pero con aún mayor convicción siento que me urge declarar que, en este mundo lleno de sinsabores y plagado de escasez para tantos de los nuestros, más vale que no nos preocupemos tanto por la comida que se acaba o se echa a perder, sino por la única comida que dura y da vida eterna, que es la que Jesucristo, el Pan de vida, nos ofrece a todos por igual.5
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net
1 | José Juan Arrom, «Congrí: Apostilla lexicográfica a un cuento de Carpentier», Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, Núm. 2-3, 1977-1978, pp. 85-87 En línea 2 septiembre 2024. |
2 | Fernando Ortiz, Glosario de afronegrismos (La Habana: Imp. El Siglo XX, 1924), p. 127. |
3 | Esteban Rodríguez Herrera, Léxico mayor de Cuba, 1 (La Habana: Editorial Lex, 1958), p. 366. |
4 | Nicolás José de Ribera, Descripción de la isla de Cuba (La Habana, 1973), p. 95. |
5 | Jn 6:26-35 |
82 епізодів
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(Víspera del Día del Trabajador de la Industria Alimentaria)
En la mesa de los pueblos del Caribe se sirve sin falta una apetitosa combinación de arroz con frijoles. En Venezuela se le llama «arroz con caraotas»; en Puerto Rico, «arroz con habichuelas»; y en Santo Domingo y La Habana, «moros y cristianos». En Centroamérica, tal vez reconociendo que un alto porcentaje de parejas que se casan son «moros y cristianos» en el sentido de que son polos opuestos que se atraen y se complementan, esa apetitosa mezcla se conoce —simple, sintética y cómicamente— como «casamiento» o «matrimonio», mientras que en la región oriental de Cuba donde yo nací se le dice «congrí».1
Por eso hace más de un siglo Fernando Ortiz, en su Glosario de afronegrismos, incluyó el congrí y dejó en claro que así, «en la región oriental, se llama al plato que más comúnmente decimos en toda Cuba moros y cristianos, o sea, frijoles negros guisados y revueltos con arroz blanco. Lo negro de aquéllos y lo blanco de éste motivaron esta graciosa locución», explicó el etnólogo y lingüista cubano.2
Más de treinta años después, el lexicógrafo cubano Esteban Rodríguez Herrera, en su Léxico mayor de Cuba, definió congrí como «localismo usado en la provincia oriental, con que llaman al arroz aderezado con frijoles colorados», y luego se refirió, a su vez, al folklorista oriental Ramón Martínez, diciendo que él «afirma que el congrí se compone de arroz con frijoles, manteca y pedacitos de tocino hechos chicharroncitos... [y] agrega que hoy se hace con frijoles caballeros, con frijoles preciosos [y] con garbanzos.»3
Ahora bien, no debiera extrañarnos que el arroz se mezclara con una variedad de legumbres, ya que si nos remontamos al año 1760, Nicolás Joseph de Ribera, en su Descripción de la isla de Cuba, declara que «su tierra es [sumamente fértil]: lleva bien trigo, arroz, millo, maíz, garbanzos, chícharos, gandules, caballeros, congos [y] judías, con otras mil especies de frijoles.»4
Ante todo esto, siento que debo confesar sinceramente lo mucho que me apetece ese congrí de Oriente que, desde mi infancia, he tenido «el gusto de degustar» —¡valga la redundancia!—, reconociendo también que soy consciente de que hay un sinnúmero de adictos como yo, bien mezclados como arroz y frijoles tanto en el Oriente como en el Occidente no sólo de Iberoamérica sino del mundo entero. Pero con aún mayor convicción siento que me urge declarar que, en este mundo lleno de sinsabores y plagado de escasez para tantos de los nuestros, más vale que no nos preocupemos tanto por la comida que se acaba o se echa a perder, sino por la única comida que dura y da vida eterna, que es la que Jesucristo, el Pan de vida, nos ofrece a todos por igual.5
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1 | José Juan Arrom, «Congrí: Apostilla lexicográfica a un cuento de Carpentier», Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, Núm. 2-3, 1977-1978, pp. 85-87 En línea 2 septiembre 2024. |
2 | Fernando Ortiz, Glosario de afronegrismos (La Habana: Imp. El Siglo XX, 1924), p. 127. |
3 | Esteban Rodríguez Herrera, Léxico mayor de Cuba, 1 (La Habana: Editorial Lex, 1958), p. 366. |
4 | Nicolás José de Ribera, Descripción de la isla de Cuba (La Habana, 1973), p. 95. |
5 | Jn 6:26-35 |
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