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'Estoy acusada de delicuencia organizada': la periodista Marcela Turati, en la mira del Estado mexicano
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Este 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa. RFI entrevistó a la periodista mexicana Marcela Turati, cofundadora del medio de investigación Quinto Elemento Lab, quien recibió en noviembre pasado el premio francés Anna Politovkaya-Arman Soldin al coraje periodístico.
RFI: Tu trabajo se enfoca en los estragos sociales que ha causado el narcotráfico en México, pero también en cómo se ha contaminado en el Estado. En tu último libro, San Fernando, última parada, investigas sobre desapariciones, secuestros, fosas comunes en esta ciudad del estado de Tamaulipas. Esos 12 años de investigación, ¿a qué realidad te llevaron?
Marcela Turati: El libro que hice fue sobre estas masacres de migrantes que se ven tanto en muchas partes del país, pero especialmente en la frontera. Lo que trata el libro es la impunidad en México y por qué tenemos una crisis humanitaria por desapariciones de personas. Tenemos más de 111.000 personas desaparecidas, la mayoría a partir de que se declaró esta llamada guerra contra las drogas en 2006. Hay muchos migrantes desaparecidos, asesinados. No sólo es el llamado crimen organizado, los cárteles de la droga. Los que cometen estas desapariciones y masacres también son apoyados muchas veces por policías municipales. El Estado tiene una fuerte intención de ocultar a las personas desaparecidas o no identificarlas, y por eso tenemos esta enorme crisis forense en México.
RFI: El subtítulo de tu libro es “Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas”.
Marcela Turati: No hay que echarle la culpa de todo al crimen “organizado” como si fuera algo separado del Estado. Muchas veces son las propia Fiscalía General de la República o las fiscalías estatales las que, al exhumar cuerpos en fosas clandestinas, pretenden ocultar la violencia volviendo a enterrar en fosas comunes, en cementerios y pues tenemos esta explosión de madres y de familias buscadoras por todo el país.
RFI: ¿Es una lucha que nunca acaba?
Marcela Turati: Con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador parecía que el tema de las víctimas de esta violencia se iba a tratar. Pero sabemos que hay más de 55.000 cuerpos en las morgues o enterrados por el Estado en fosas comunes. Entonces al menos la mitad de las personas buscadas están bajo tutela o pasaron por algún registro. Se hizo un mecanismo extraordinario de identificación forense, un centro de identificación humana, pero lo que estamos viendo al final del sexenio es que todos estos organismos han fracasado.
RFI: En esas zonas donde el crimen organizado y sus aliados tienen a la población paralizada por el miedo, ¿cómo ha sido ese proceso periodístico para intentar romper el silencio de las fuentes de las familias?
RFI: Mi libro justamente habla de esta zona silenciada, San Fernando – casi llegando a Texas - que está controlada por los Zetas, pero también vemos que el presidente municipal sabía que todos los días detenían autobuses, bajaban a migrantes, a mexicanos y centroamericanos, y sabía que los estaban asesinando. Sabían como el ejército no hizo nada, la policía federal no hizo nada, la procuraduría, el gobierno estatal, todo mundo sabía que las carreteras eran peligrosas, que esta gente estaba reclutando personas para su ejército y no dejaba pasar migrantes porque tenía miedo que el otro cártel, el del Golfo, los fuera a reclutar. Nosotros trabajamos mucho en red: creamos una red de periodistas que cubren desapariciones, nos entrenamos en temas de seguridad, en temas digitales, en cómo hacer entrevistas de una manera sensible, y ahorita también estamos viendo el costo emocional de tantos años cubriendo estos testimonios. Hacemos estas redes de apoyo, de soporte, de sanación.
En mi caso, en la investigación me di cuenta que la procuraduría me metió en el la misma investigación de los Zetas, como si fuera corresponsable. Estoy acusada de secuestro y delincuencia organizada. La abogada de las víctimas de las familias centroamericanas, la directora del equipo argentino antropología forense y yo estamos en un expediente que estaba oculto. Nos acusaban de secuestro y delincuencia organizada para poder, sin tener que pasar por un juez, hacer seguimiento de con quién hablamos, a dónde fuimos. Esa investigación sigue abierta.
RFI: Así te diste cuenta que tú te habías convertido en un blanco...
Marcela Turati: Estoy en el expediente junto con los Zetas y con la policía municipal, y todos como si fuera parte de las hechoras de estas fosas que estaba investigando. Mi amigo periodista John Gibler dice que en México es más peligroso investigar un crimen que cometerlo. Vemos esta criminalización. Se investiga a quién investiga. México es uno de los casos donde los periodistas somos blancos de Pegasus, el malware este israelí para saber de nuestras comunicaciones.
RFI: Te enteraste que tu móvil había sido espiado por este programa de espionaje Pegasus a nivel estatal. En México se destapó hace unos años que tú y otros periodistas habían sido el blanco de ese espionaje.
Marcela Turati: Veintitantos periodistas y no, no sabemos cuántos más activistas defensores de derechos humanos. En mi caso fue en los años que cubría Ayotzinapa, o sea, las investigaciones de dónde están estos muchachos que siguen desaparecidos.
RFI: ¿Cómo pudo comprometer, por ejemplo, tus fuentes?
Es muy fuerte. Yo también quedé muy sorprendida, triste. Triste, asustada, enojada, bueno, todo tipo de emociones. Perdí muchas fuentes gubernamentales. Siempre hay gente en los gobiernos que no está de acuerdo, que quiere hacer las cosas bien. Ellos ya obviamente no me contestan. Las familias de las víctimas, como están en el mismo riesgo y necesitan urgentemente hablar, me siguen llamando, me siguen buscando. Por otro lado, con muchos otros periodistas, nos organizamos siempre cuando hay periodistas en riesgo, cuando hay que sacar a alguien del país alguna emergencia, hablamos a la ONU y a las organizaciones. No sabemos el grado de afectación que hubo, porque pues eso está en nuestras comunicaciones diarias.
Hay muchos otros malwares, quizás no tan costosos, pues que se aplican a otros periodistas. También sufrimos la fábrica de bots que se creó desde la Agencia Estatal Notimex, que atacaba a periodistas. Más los riesgos en trabajar en campo en estas zonas silenciadas.
RFI: Con 37 periodistas asesinados, algunos otros desaparecidos en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, ¿qa qué le tienes más miedo en tu cobertura cuando estás en el terreno?
Marcela Turati: Depende de la zona, depende de lo que esté haciendo.En la sierra Tarahumara, zona montañosa, voy y entrevisto a alguien y esa persona recibe una llamada. Es gente que la está viendo desde fuera y que le dice: ‘Te estamos viendo, deja de hablar y dile a la reportera que se vaya’. Es el crimen organizado, pero todo ya tiene que ver con la narcopolítica. Hablaba con una periodista que me dijo que la habían secuestrado en Tamaulipas y que cuando el director de su medio le habló a un político la soltaron.
Los periodistas, además de ser corresponsales de guerra sin salir de México, nos convertimos en activistas y también tenemos que marchar por la libertad de expresión, pedir justicia por los compañeros que han sido asesinados o desaparecidos, u organizarnos para protestar por el último asesinato que fue la semana pasada.
RFI: Andrés Manuel López Obrador se alista a dejar el poder. En su sexenio hemos visto bastantes ataques a la prensa, incluso casos de filtración de periodistas al público. ¿Cómo ha sido ese clima?
Marcela Turati: Ha sido muy fuerte. Primero este mensaje diario a la población de que los periodistas son enemigos, que si investigan es porque están contra el pueblo. Es un Presidente que tiene mucha popularidad. Ha mostrado la declaración de impuestos patrimonial de periodistas y exhibido el celular de la corresponsal del New York Times porque no le gustó lo que publicó.
Por ejemplo, una amiga no que cubría al ejército. En algún momento hizo una investigación buena sobre el ejército. La militarización es un gran tema estos años: como ha ido avanzando con este gobierno que se dice izquierda. La exhibieron y eso psicológicamente es muy duro. La gente te dice que eres una mentirosa y no tienes ni derecho de réplica. En el Quinto Elemento Lab, el laboratorio que fundamos, hacemos una convocatoria cada año de temas difíciles para investigar y lo que vemos es que los últimos años las propuestas dejaron de ser sobre la militarización. Hay miedo.
RFI: Con estas elecciones el país se prepara a elegir muy posiblemente a una mujer presidenta, entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, ¿hay espacio en esta campaña para hablar de la seguridad de los periodistas?
Marcela Turati: Ya normalizamos los asesinatos de periodistas y la misma gente dice, bueno, pues si en México matan a tantas personas, matan a policías. Esta campaña ha sido la más sangrienta de los últimos años. De la misma forma que se ha normalizado tristemente la violencia, las desapariciones, el desplazamiento de personas. Pero la violencia va cambiando y va afectando diferentes niveles, diferentes lugares, y esto no tendría lugar si no hubiera estos mecanismos de la impunidad tan aceitados que permiten que esto ocurra.
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Este 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa. RFI entrevistó a la periodista mexicana Marcela Turati, cofundadora del medio de investigación Quinto Elemento Lab, quien recibió en noviembre pasado el premio francés Anna Politovkaya-Arman Soldin al coraje periodístico.
RFI: Tu trabajo se enfoca en los estragos sociales que ha causado el narcotráfico en México, pero también en cómo se ha contaminado en el Estado. En tu último libro, San Fernando, última parada, investigas sobre desapariciones, secuestros, fosas comunes en esta ciudad del estado de Tamaulipas. Esos 12 años de investigación, ¿a qué realidad te llevaron?
Marcela Turati: El libro que hice fue sobre estas masacres de migrantes que se ven tanto en muchas partes del país, pero especialmente en la frontera. Lo que trata el libro es la impunidad en México y por qué tenemos una crisis humanitaria por desapariciones de personas. Tenemos más de 111.000 personas desaparecidas, la mayoría a partir de que se declaró esta llamada guerra contra las drogas en 2006. Hay muchos migrantes desaparecidos, asesinados. No sólo es el llamado crimen organizado, los cárteles de la droga. Los que cometen estas desapariciones y masacres también son apoyados muchas veces por policías municipales. El Estado tiene una fuerte intención de ocultar a las personas desaparecidas o no identificarlas, y por eso tenemos esta enorme crisis forense en México.
RFI: El subtítulo de tu libro es “Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas”.
Marcela Turati: No hay que echarle la culpa de todo al crimen “organizado” como si fuera algo separado del Estado. Muchas veces son las propia Fiscalía General de la República o las fiscalías estatales las que, al exhumar cuerpos en fosas clandestinas, pretenden ocultar la violencia volviendo a enterrar en fosas comunes, en cementerios y pues tenemos esta explosión de madres y de familias buscadoras por todo el país.
RFI: ¿Es una lucha que nunca acaba?
Marcela Turati: Con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador parecía que el tema de las víctimas de esta violencia se iba a tratar. Pero sabemos que hay más de 55.000 cuerpos en las morgues o enterrados por el Estado en fosas comunes. Entonces al menos la mitad de las personas buscadas están bajo tutela o pasaron por algún registro. Se hizo un mecanismo extraordinario de identificación forense, un centro de identificación humana, pero lo que estamos viendo al final del sexenio es que todos estos organismos han fracasado.
RFI: En esas zonas donde el crimen organizado y sus aliados tienen a la población paralizada por el miedo, ¿cómo ha sido ese proceso periodístico para intentar romper el silencio de las fuentes de las familias?
RFI: Mi libro justamente habla de esta zona silenciada, San Fernando – casi llegando a Texas - que está controlada por los Zetas, pero también vemos que el presidente municipal sabía que todos los días detenían autobuses, bajaban a migrantes, a mexicanos y centroamericanos, y sabía que los estaban asesinando. Sabían como el ejército no hizo nada, la policía federal no hizo nada, la procuraduría, el gobierno estatal, todo mundo sabía que las carreteras eran peligrosas, que esta gente estaba reclutando personas para su ejército y no dejaba pasar migrantes porque tenía miedo que el otro cártel, el del Golfo, los fuera a reclutar. Nosotros trabajamos mucho en red: creamos una red de periodistas que cubren desapariciones, nos entrenamos en temas de seguridad, en temas digitales, en cómo hacer entrevistas de una manera sensible, y ahorita también estamos viendo el costo emocional de tantos años cubriendo estos testimonios. Hacemos estas redes de apoyo, de soporte, de sanación.
En mi caso, en la investigación me di cuenta que la procuraduría me metió en el la misma investigación de los Zetas, como si fuera corresponsable. Estoy acusada de secuestro y delincuencia organizada. La abogada de las víctimas de las familias centroamericanas, la directora del equipo argentino antropología forense y yo estamos en un expediente que estaba oculto. Nos acusaban de secuestro y delincuencia organizada para poder, sin tener que pasar por un juez, hacer seguimiento de con quién hablamos, a dónde fuimos. Esa investigación sigue abierta.
RFI: Así te diste cuenta que tú te habías convertido en un blanco...
Marcela Turati: Estoy en el expediente junto con los Zetas y con la policía municipal, y todos como si fuera parte de las hechoras de estas fosas que estaba investigando. Mi amigo periodista John Gibler dice que en México es más peligroso investigar un crimen que cometerlo. Vemos esta criminalización. Se investiga a quién investiga. México es uno de los casos donde los periodistas somos blancos de Pegasus, el malware este israelí para saber de nuestras comunicaciones.
RFI: Te enteraste que tu móvil había sido espiado por este programa de espionaje Pegasus a nivel estatal. En México se destapó hace unos años que tú y otros periodistas habían sido el blanco de ese espionaje.
Marcela Turati: Veintitantos periodistas y no, no sabemos cuántos más activistas defensores de derechos humanos. En mi caso fue en los años que cubría Ayotzinapa, o sea, las investigaciones de dónde están estos muchachos que siguen desaparecidos.
RFI: ¿Cómo pudo comprometer, por ejemplo, tus fuentes?
Es muy fuerte. Yo también quedé muy sorprendida, triste. Triste, asustada, enojada, bueno, todo tipo de emociones. Perdí muchas fuentes gubernamentales. Siempre hay gente en los gobiernos que no está de acuerdo, que quiere hacer las cosas bien. Ellos ya obviamente no me contestan. Las familias de las víctimas, como están en el mismo riesgo y necesitan urgentemente hablar, me siguen llamando, me siguen buscando. Por otro lado, con muchos otros periodistas, nos organizamos siempre cuando hay periodistas en riesgo, cuando hay que sacar a alguien del país alguna emergencia, hablamos a la ONU y a las organizaciones. No sabemos el grado de afectación que hubo, porque pues eso está en nuestras comunicaciones diarias.
Hay muchos otros malwares, quizás no tan costosos, pues que se aplican a otros periodistas. También sufrimos la fábrica de bots que se creó desde la Agencia Estatal Notimex, que atacaba a periodistas. Más los riesgos en trabajar en campo en estas zonas silenciadas.
RFI: Con 37 periodistas asesinados, algunos otros desaparecidos en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, ¿qa qué le tienes más miedo en tu cobertura cuando estás en el terreno?
Marcela Turati: Depende de la zona, depende de lo que esté haciendo.En la sierra Tarahumara, zona montañosa, voy y entrevisto a alguien y esa persona recibe una llamada. Es gente que la está viendo desde fuera y que le dice: ‘Te estamos viendo, deja de hablar y dile a la reportera que se vaya’. Es el crimen organizado, pero todo ya tiene que ver con la narcopolítica. Hablaba con una periodista que me dijo que la habían secuestrado en Tamaulipas y que cuando el director de su medio le habló a un político la soltaron.
Los periodistas, además de ser corresponsales de guerra sin salir de México, nos convertimos en activistas y también tenemos que marchar por la libertad de expresión, pedir justicia por los compañeros que han sido asesinados o desaparecidos, u organizarnos para protestar por el último asesinato que fue la semana pasada.
RFI: Andrés Manuel López Obrador se alista a dejar el poder. En su sexenio hemos visto bastantes ataques a la prensa, incluso casos de filtración de periodistas al público. ¿Cómo ha sido ese clima?
Marcela Turati: Ha sido muy fuerte. Primero este mensaje diario a la población de que los periodistas son enemigos, que si investigan es porque están contra el pueblo. Es un Presidente que tiene mucha popularidad. Ha mostrado la declaración de impuestos patrimonial de periodistas y exhibido el celular de la corresponsal del New York Times porque no le gustó lo que publicó.
Por ejemplo, una amiga no que cubría al ejército. En algún momento hizo una investigación buena sobre el ejército. La militarización es un gran tema estos años: como ha ido avanzando con este gobierno que se dice izquierda. La exhibieron y eso psicológicamente es muy duro. La gente te dice que eres una mentirosa y no tienes ni derecho de réplica. En el Quinto Elemento Lab, el laboratorio que fundamos, hacemos una convocatoria cada año de temas difíciles para investigar y lo que vemos es que los últimos años las propuestas dejaron de ser sobre la militarización. Hay miedo.
RFI: Con estas elecciones el país se prepara a elegir muy posiblemente a una mujer presidenta, entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, ¿hay espacio en esta campaña para hablar de la seguridad de los periodistas?
Marcela Turati: Ya normalizamos los asesinatos de periodistas y la misma gente dice, bueno, pues si en México matan a tantas personas, matan a policías. Esta campaña ha sido la más sangrienta de los últimos años. De la misma forma que se ha normalizado tristemente la violencia, las desapariciones, el desplazamiento de personas. Pero la violencia va cambiando y va afectando diferentes niveles, diferentes lugares, y esto no tendría lugar si no hubiera estos mecanismos de la impunidad tan aceitados que permiten que esto ocurra.
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