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Sábado 4 de Enero de 2025 / El yugo del Señor
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Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
El yugo del Señor
En las Escrituras, el yugo es un símbolo de sumisión a la voluntad de otro. Desde el principio hasta el final de su maravilloso camino por este mundo, el Señor, como Hombre perfecto, vivió para cumplir la voluntad del Padre. Él pudo decir: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Jn. 6:38). Y también dijo: “Yo hago siempre lo que le agrada” (Jn. 8:29).
Aunque nuestras circunstancias sean dolorosas, se nos exhorta a aceptar el yugo del Señor, sometiéndonos tranquilamente a lo que el Padre permite en nuestras vidas. Además, el Señor nos dice: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Jesús no solo era manso y humilde en su forma de actuar, sino también en su corazón. Es relativamente fácil quedar bien ante los ojos de los hombres, pero la verdadera condición del corazón, que solo el Señor puede ver, es resultado de una vida de oración y sujeción a la voluntad del Padre. No somos mansos ni humildes por naturaleza. Al contrario, preferimos imponer nuestro parecer y resaltar nuestra importancia. Para corregir estas tendencias naturales de la carne, el Señor nos atrae a sí mismo y nos dice: “Aprended de mí”.
Cuando fijamos nuestros ojos en el Señor y admiramos sus preciosas cualidades, somos transformados a su imagen (véase 2 Co. 3:18). Llegamos a ser como Aquel a quien contemplamos. ¿Por qué comúnmente no nos parecemos tanto a nuestro Señor? La respuesta es sencilla: porque apenas fijamos nuestros ojos en él y nos deleitamos en su Persona. Somos muy lentos en aprender de él, porque no pasamos tiempos con él. Al tomar su yugo y aprender de él, hallaremos descanso para nuestras almas. Resignarnos ante nuestras circunstancias no nos traerá descanso. En lugar de eso, debemos aprender a someternos a lo que el Padre permite y aprehender el hermoso carácter de Cristo en toda su mansedumbre y humildad. Entonces disfrutaremos del descanso de espíritu que el Señor experimentó en todo momento en medio de un mundo lleno de confusión.
Hamilton Smith
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